Thursday, May 21, 2009

TRANSMUTACIÓN III: “El postre”


Por momentos, me preguntaba, a mi mismo, que hacia yo en medio de semejante surrealismo esperpéntico. A cuarenta y cuatro grados centígrados: los sapos no paraban de entonar la quinta sinfonía de Beethoven y los gallos, cargados con mortíferos espolones, revoloteaban entre ellos, sin parar, enzarzados en una despiadada, cruel, sanguinaria y agónica trifulca – todo un holocausto avícola escorado a un costado de la tasca. Al otro lado del recinto, el deseo, rebosante de féminas, se mascaba en el entorno.

Supervisándolo todo este entramado: un chulo-putas, apodado “El Toro” - o “Toro”, a secas. El mote le venia por el equipo de baloncesto de los “Chicago Bulls”, del cual era un seguidor acérrimo. “Toro” era un verdadero parásito errante, establecido en Tijuana - no hacia mucho; aunque, nacido y criado en esa gran urbe de gigantescos rascacielos que es Chicago. Desafiante, con hechuras de impostor redomado, recostado contra el mostrador de la tasca, el “pocho” parecía hacerme señales constantemente, con la mano derecha, como si me conociese de algo.

- Perdona, pero ¿nos conocemos? - le pregunto, rayando con lo borde.
- Tranquilo, güey… al parecer, el gusano de adentro de la botella del tequila, que te llevaste, te ha hecho efecto… a lo mejor han sido hasta “las caricias” de “la Manuela: la transexual más padre de todas las sado tijuanenses” (con risa burlona y descarada). Recuerda que estoy aquí para “proporcionarle” al cliente de todo lo que guste (apretando entre sus dientes carcomidos, con prepotencia altanera, el cabo de un puro maltrecho).
- No se quien eres, pero… (dubitativo, cambiando el semblante, y haciendo un inciso)
Sus ojos negros, como el betún, y grandilocuentes, a modo de eclipse lunar, me corroboraban que verdaderamente nos conocíamos. Él, mientras tanto, no dejaba de atusarse el protuberante mostacho que lucia, con sus enormes dedos - ensortijados en oro y plata.



Tampoco podía afirmar, a ciencia cierta, que su boca no me fuese del todo familiar, toda deformada y rematada en oro y brillantes. De semejante buzón de correos emanaba una lengua “lobotomizante” que amputaba, sin compasión, lo que quedaba de mis lóbulos frontales - con esa verborrea tan característica que manejan todos los charlatanes compulsivos y sin escrúpulos.

A contra luz, de nuevo, reaparecía la grotesca figura de mi “inseparable compañero” – su reflejo, en el cuerpo de una botella semitransparente de tequila, posada sobre el mostrador, me tomaba por sorpresa. Fue, en ese preciso instante, cuando se desmoronó por completo mi imperialista casita de naipes forjada bajo la hipótesis de que semejante pesadilla fuese el producto de una virulenta imaginación sin límites; y en unas décimas de segundo, por fin, pude descifrar el insufrible enigma que me martirizaba; para, seguidamente, caer dentro de una nebulosa semi-inconsciente que me transportaría a otra dimensión: a mi “otra dimensión”.

Desperté - confuso y ahogado de convulsa frustración - dentro de la bañera de la habitación del hotelito, empapado de un flujo sanguíneo, el cual no brotaba de mi cuerpo - como había supuesto en un principio - sino del cuerpo de la transexual sadomasoquista. Al bajar la mirada, observé horrorizado como mi mano derecha portaba un serrucho, y sobre mi izquierda se posaba la cabeza de Manuela – “la sado-transexual tijuanense”. El cuerpo de la puta, sodomizada sin piedad, yacía desmembrado en trozos, por todo el suelo del cuarto de baño: habiéndole sido practicada una ablación brutal del glande y anexos por mi todopoderoso, y antagonista alter ego.



Recobrando el aliento, ante semejante atrocidad, me di cuenta que había comprometido por completo todos y cada unos de mis instintos más básicos. La transmutación surgía con el empeño de escapar del presente; y, en esa búsqueda, era imprescindible delegar en “otro”: en un repugnante, vil y tenebroso engendro del subconsciente; en alguien que ni yo mismo alcanzaba a reconocer a simple vista. Ahora era el momento preciso para “consensuar un acuerdo propicio entre ambas partes”; pero, ¿cómo obtener el beneplácito de ambos, cuando uno me liberaba, mientras que el otro me martirizaba?

Era menester trasmutarse nuevamente y “finiquitar a mi última víctima”. Resultaba imperioso el deshacerme de los “pedazos”, transportando los restos en bolsas - con rumbo a uno de los vertederos, localizado en las afueras de Tijuana. Estaba totalmente convencido que podría contar con la ayuda de “Toro.” Él lo entendería, como siempre lo había entendido. Al fin y al cabo, ¿de donde sino habría podido conseguir el dinero para costearse esa “destellante” dentadura; la cual, no dudaba en lucir sin prejuicio alguno? Al mismo tiempo, sería un fin de semana festivo en Miami - por todo lo alto. Esta vez, el destino sería el pisito de la Manuela en South Beach. Aún guardaba, en mi maletín, una copia de las llaves del sitio. Ya nos encargaríamos, en su momento, de esa sórdida “mariposa tropical”, impregnada de cínico y rocambolesco corporativismo. Se iba a enterar, “la muy zorra”, de lo que valía un peine y un buen pene. Sin lugar a dudas, por mi mente pasó, lo de emprender “una cruzada con el propósito de liberar al mundo de las de su estirpe.” La felicidad absoluta estaría garantizada, de esta manera, dentro de mi impecable e impoluto micro universo – al menos por una buena temporada.

Una vez, concebido el plan, me dispuse a meter los restos de “la difunté” en unas bolsas negras de plástico que guardaba escrupulosamente dentro de mi maletín oscuro. Luego, limpié afanosamente todas las secreciones esparcidas por encima de la bañera y del suelo del cuarto de baño, para terminar enjuagando metódicamente todo mi cuerpo con una toalla mojada de color blanco. Una vez terminados estos preliminares, saqué de adentro de la valija, un sobrecito color barquillo, y extraje, igualmente, un pequeño papel azul pastel, para redactar, con bolígrafo rojo, como si me fuera dictado desde el más allá, un pensamiento que no podía dejar escapar así por así. Era de suma importancia recoger la idea central que siempre conseguía tomarme por sorpresa después de cada “trabajo” y que serviría de nexo para el siguiente:

“A veces, cuando no puedes cambiar o enfrentar tu realidad objetiva, necesitas engendrar algo, dentro de ti, para poder sobrellevarlo todo. Debe de ser un experimento transitorio - nada de índole 'transmutante'. De otra forma, la vida se convierte en una cárcel sin escapatoria; y todas las cárceles son engendros mentales aleatorios, diseñados por nosotros mismos.

Una vez construida la pecera, debes de salir de ella, cuanto antes... sino, corres el riesgo de terminar acostumbrándote a sus adentros; de esta forma, tus propios barrotes no acabarán por auto-fagocitarte, sin piedad.

Siempre te recordaré; adiós, mi mariposa exótica tijuanense.”

Seguidamente, mis ojos recorrieron, con escalofriante parsimonia apática, la foto polaroid – tomada con anterioridad - de la prostituta transexual. En la foto se veía como ésta hacia “la mariposa”, desnuda, encima de la cama, minutos antes de ser descuartizada. Finalmente, acabé archivándola, junto a otras muchas, dentro de uno de los compartimentos del siniestro maletín.



La música que escuchaba a través de la radio despertador, Akai ARP-1000B, de encima de la mesilla de noche, cesó y alguien, al otro lado de las ondas, decía algo así como:

“Somos seres racionales. El último eslabón de una cadena que se originó, desde tiempos inmemoriales; partiendo de una diminuta célula en medio del inmenso océano. Aun así y todo, seguimos teniendo los adentros de cualquier otro animal. Poseemos instintos netamente animalistas; como pueden ser copular, luchar, poseer o devorar. Si prestásemos atención veríamos como esas necesidades todavía habitan dentro de nosotros y no son más que meros instintos naturales de supervivencia.

Es una cualidad animalista ver a dos personas enfrentarse entre si por obtener la supremacía de algo tangible; y ese deseo, a veces, es necesidad, como se precisa el oxigeno para vivir, o el agua para saciarse los adentros.

Así son combatidas todas las guerras: los hombres se transmutan en animales sádicos, necesitados de sangre y poder, con que saciar la confusión que genera el miedo en sus cuerpos. Una vez que se regresa de este “intra-universo-paralelo”, encapsulado en un mismo cuerpo, la transmutación resulta ser un verdadero enigma psicosomático, imposible de evitar a la larga.”


11 comments:

Guruput said...

Originalmente “Barra Barra” está incluida en el CD “Made In Medina” del cantante Algerino-Francés Rachid Taha. Fue también parte de la banda sonora del film Black Hawk Down (2001). La palabra “Barra” es traducida del árabe como “fuera”, “afuera” o “salte.”

Supongo que esta visión - con tintes de cine negro - pesimista y trágica de la condición humana nos propone la siguiente pregunta: ¿qué nos hace ser verdaderamente humanos

Noimporta said...

Respuesta: ¿El amor?

Que sepas que de repente me has dado miedo, jejeje...
Esta tarde me lo vuelvo a leer y escuchar las canciones (Mmmm... I put a spell on you... jeje)

Bon dia (o bona nit)! Bechitoss!!!

Guruput said...

Noimport,

Tu respuesta es certera. El amor y la consideración por el prójimo ciertamente nos hace mucho más humanos; sin ello, me temo, que nos convertimos en un atajo de animales egoístas e insulsos, infiltrados de todo tipo de necesidades contradictorias a cualquier impulso altruista que podamos concebir. Dos puntos de vista totalmente antagónicos por naturaleza.

El respeto a la dignidad del otro también se puede alcanzar por medio de unas bases éticas y morales. Aunque, definitivamente el combustible que hace que todo esto funcione el amor. El cariño y la comprensión son algunos de sus derivados.

Al final, todo se centra en ponerse en el pellejo de la otra persona y quererla como se quiere uno mismo, dejando a un lado una parte de si mismo. Si uno se quiere a sí mismo, ignorando por completo a los demás, se convierte en un esclavo de su condición como fiera, con cierto desarrollo cognitivo, por antonomasia.

Urlanda said...

De pronto sentí miedo de ti, de leerte... es como si me describieras tu interior mas oculto, el núcleo de tus intenciones mas ocultas.

Por otro lado, no sabía ni conocía eso de la “mariposa”.. Interesante. No cabe duda que todos los días aprendemos algo nuevo.

Saludos

megustas said...

Riki dejame decirte que he leido el texto con cierta reùgnancia,no me gustan nada las masacres ni los descuartizamientos ni fisicos ni mentales, pero entiendo que se trata de un relato negro y muy rebuscado, muy complicado, muy transmutado, muy duro, muy ...creo que al prota le hace falta un buen desconecte en un lugar lleno de luz y de agua, si puede ser con mucho silencio mejor.
El postre podria ser una buena mariposa con dulzura y delicadeza?? jejeje
besotes y aparta a ese pobre hombre de esos lugares tan tenebrososssss

Guruput said...

Artemiza,
Al final de primera parte (TRANSMUTACIÓN I) incluí un pensamiento del presunto personaje, el cual trato en primera persona: “creo que, a partir de ahora, me dedicaré a la taxidermia – tengo experiencia en eso de experimentar con agujas y ciertas mariposas tropicales.” Fue una frase que surgió de la nada, como si de un pensamiento fugaz se tratase. A partir de ese momento, le di cuerpo a este relato, entrelazando todos y cada uno de los puntos que se quedaban sin resolver; por ejemplo, lo de la foto del chico y la foto polaroid de la transexual, o repitiendo la palabra “mariposa” como punto de nexo metafórico para entrar en el subconsciente del individuo, o la parte en que el “chicano” vocifera desde afuera del hotel, sin parar… el mismo que el personaje central, supuestamente yo, encontrará dentro de “la tasca” y que más adelante nos va desvelando, poco a poco, algo nuevo sobre el personaje central. También quise que, tanto la transexual como la chica de la oficina en Miami, tuviesen el mismo nombre (“Manuela”) – con lo que éste “nombrete” pudiese sugerir…

Me temo que lo de la mariposa fuese pura invención del "mua", jejeje… No hay tal posición “mariposa.” Se me ocurrió por esas cosas que tiene el blanco del papel y lo negro de la tinta… Me cuesta tener que revelar todas mis traquimañas para atrapar al lector, pero es menester hacerlo en estos momentos, jeje, no vaya a ser que os penséis que soy un asesino en serie, jeje. No podía dejar que intuyeseis el final: eso hubiera sido el pecado mas osado de todos. Los “happy endings”, que duda cabe son extraordinarios para adormecer la mente; pero, no era eso precisamente lo que buscaba, en esta ocasión.

Guruput said...

Megus,
Tienes toda la razón; quizás hubiese dirigido el curso de este relato hacia ese campo, pero siempre me ha fascinado entender, en cierta forma, de que están confeccionados los engranajes de estos antihéroes que nos dejan con las bocas abiertas o nos acercan a nuestras raíces más ancestrales. Es toda una incógnita.

Creé un monstruo, puertas afuera, exponiendo su esencia vital. Todo ello para dar a entender que esta vida está llena de antihéroes y que la naturaleza del ser humano, o condición humana, es eso… ¡frágil como la vida misma!
Prometo, no pasarme, de ahora en adelante en las figuras tenebrosas que nada tienen que ver con mi persona – todo hay que decirlo – y que son más bien pura fictición.

Tengo que admitir que, aunque me corroa por dentro tener que desmontar todo lo que hubiera podido ser un gran mito “tenebroso” con respecto a mi persona, encuentro totalmente imprescindible, bajo las circunstancias, declarar que la ficción también puede llegar a convertirse en realidad, si ponemos empeño en ello, pero este no es el caso, jeje.

Tengo que daros las gracias a todos los que habéis leído y comentado, porque este relato sin vosotros, nunca hubiera visto la luz. Todos habéis aportado algo importante al relato.

Según el gran Orson Welles: “por celos y envidias, el ser humano es capaz de todo, desde el crimen hasta la santidad. Es terrorífico.”

Guruput said...

También tengo que comentar que lo de la foto del torso de la chica, “haciendo la mariposa”, fue pura coincidencia y fue uno de los detonantes para montar la parte final del relato.

Urlanda said...

Bueno, al menos ya me siento más tranquila para visitarte,,,, jejee. Que ya me daba miedo, no sea que si fueran ciertas mis sospechas y lo del “asesino en serie” fuera en serio.. jijijii

Besitos.

Guruput said...

Artemiza,
Era menester, jeje; aún así y todo, el gran Orson Wells dijo una vez lo siguiente: “Recuerda lo que dijo no sé quién: En Italia, en treinta años de dominación de los Borgia, hubo guerras matanzas, asesinatos... Pero también Miguel Ángel, Leonardo y El Renacimiento. En Suiza, por el contrario, tuvieron quinientos años de amor, democracia y paz. ¿Y cuál fue el resultado? ¡El reloj de cuco!”
A veces hay que darle vidilla al asunto, más que nada para cambiar las tornas.

¡Nuevo Post!

Guruput said...

Queria decir "Orson Welles" (1915-1985) - "La guerra de los mundos" (1935).